Una noche de calor, las ganas de olvidar mezcladas con alcohol.
Bajo la luna llena, el mar hacía de telón.
- Frena un poco corazón- le dijo mientras le hervía la sangre en su interior.
No pensó dos veces que sería lo mejor, ya no iba de flor en flor buscando sensaciones prohibidas, ahora lo prohibido era ella.
Aún no había empezado y ya sabía cual sería su salida, quizá seguir siempre a su instinto era su condena.
- No quiero reír, ni quiero llorar, no quiero pensarte, ni quiero quererte, no quiero pertenecerte, no quiero tener siempre ganas de verte. No te quiero oír, no te quiero hablar, no quiero darte un beso en los labios al despertar.
Todo pactado y antes de terminar ella ya sabía que no se respetarían las reglas.
Y como siempre la mala sería ella.
Ya no tiene problemas, se bebió los dilemas mezclados con sal y falsa moral y las olas del mar se tragaron las prendas.
El día se autopresentaba, las botellas vacías tintineaban y de nuevo el sol daba el toque de sabor.
- ¡Volveré a verte?
- Tramposo.