Tu trágico destino te aguarda, hija de dioses.
Tu verdugo se afila las uñas y se lame los dientes.
En la tranquilidad de la naturaleza, el dios del inframundo te raptó para hacerte suya.
Bajo la tierra hallaste el tortuoso placer del dolor y la muerte.
Encerrada en el frío y la humedad en la que cada noche Hades te sumerge.
Sólo el verano te podría salvar,
un verano que nunca llega.
Aunque ya eres más suya que de nadie.
Envidiada por una ninfa que lloró un río de lágrimas amargas,
en el que no consiguió ahogarte.
Llegó el día en el que tramposo dios accedió a dejarte marchar, con la condición de que no comieras ningún alimento del inframundo.
Engañada por él mismo, comiste del fruto prohibido.
Y tu salvación desapareció, manchada de ese mismo color rojízo que tu lengua delata.
Tu condena ahora es eterna.
Ese dios al que temías y amabas, será siempre tu dueño.
Y nadie se apiadará de ti, ni de tu amarga condena.
Y le pertenecerás, como lo hiciste siempre.
Como siempre, sin palabras...
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Me gusta cuando con textos tan impactantes como este me haces sentir curiosidad por cosas que desconozco. Aunque seguro que cualquier cosa que pueda leer sobre perséfone ahora, queda por debajo de tus palabras.
ResponderEliminarUn besete !
Me encanta!!!!
ResponderEliminarSi que te pertenecemos a ti con todo lo que escribes, lo que sale de ti si que es por lo menos para mí, un fruto prohibido que engancha más que cualquier droga!!!!
Miles de besitos!!!!
que hermosa se ve la historia de persefone. Un beso linda
ResponderEliminarTe va tanto escribir sobre dioses y diosas.
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